Fúgate conmigo
Estoy atrapada. Lo confieso. No me mires así, tú estás en esta cárcel conmigo… Es el momento de escapar. Además te cuento cómo Edu Laborda me despertó y me hizo reaccionar.
Últimamente, he tenido conversaciones por privado con algunos y algunas de vosotros y me ha llamado la atención una cosa: la preocupación que existe sobre la validación de tus planteamientos como creador o creadora. En cristiano: una duda común en el mundo de los creadores es el tema de cómo gestionar los comentarios negativos, opiniones, hasta qué punto hay que tenerlas en cuenta … “¿gustará si lo hago así?”, “hay personas que sé que así no les gusta y que lo prefieren de la otra manera” “si digo esto públicamente me linchan”…
¿Te suena?
Esto me lleva a plantearme hasta qué punto estamos condicionados por lo que piensan todo el tiempo los demás y hasta qué punto no dejamos de ser nosotros para convertirnos en una especie de marionetas en manos de “nuestras audiencias” (ya sean lectores como vosotros, oyentes, etc…).
Tu audiencia te está atrapando
Esto te puede sonar un poco contradictorio viniendo de mi que me dedico al marketing, pero no deberías dejar que tu audiencia te hipnotice o te atrape.
Sí, sé que es el sueño de cualquier persona que “hace cosas”: tener una audiencia que sea capaz de interactuar con él o ella y recibir retroalimentación constante, pero honestamente no es sano y estratégicamente, creo que no es bueno.
Es cierto que desde que el mundo es mundo, los artistas (o creadores), han hecho algo en busca de una reacción:
- Baudelaire, Oscar Wilde y compañía, buscaban provocar al lector.
- Martin Luther King buscaba cambiar la forma de pensar de la gente a través de su discurso.
- Los músicos quieren que las personas sientan cosas
- Etc
Es decir, todo el mundo que crea algo, busca que esto tenga un impacto en la gente de alguna manera.
Ahora bien, piensa que estamos viviendo en un mundo donde nunca antes tantas personas se habían exhibido en público para ser juzgadas mediante sus creaciones (ya sean canciones, podcast, post, historias de Instagram, vídeos, etc).
Cuanto más publicamos, más oportunidades hay de contemplar lo que el público piensa sobre nuestras creaciones y esto es algo que no para de crecer. Fantástico, ¿cuál es el problema que al menos yo le veo?.
Constantemente nos examinamos a través de la mirada de los demás y en base a eso, re-adaptamos y adoptamos nuestra postura sobre cualquier cosa.
Sé que tu puedes ver genial tener a una audiencia que te diga cosas, pero para mi tiene un punto siniestro: estás dejando que el público te dirija y lo que es peor, que manipule tu sentido de ti mismo y hasta tus valores.
¿Qué te has fumado Ana?. Puedes verme como una exagerada o que ni siquiera tiene sentido lo que te estoy diciendo, pero estas afirmaciones que te escribo no creo que estén reservadas solo para “famosos”, artistas o influencers, si no para personas como tú y como yo, es decir, para cualquiera que esté en línea. Y ojo, no necesitas tener un blog, un programa o un podcast, solo basta con que tengas redes sociales y ahí tengas seguidores (el tamaño no importa en esta ocasión).
Me paseo por Instagram y veo un montón de publicaciones “genuinas” y “espontáneas” de gente que conozco… por los cojones. ¡La autenticidad es discutible, no seas hipócrita.! Esa frase que has puesto, ese posado - robado mirando al infinito, esa lección de vida que quieres compartir hoy… TODO es artificial y pensado, no es natural ni espontáneo.
¿Sabes por qué me di cuenta? Porque yo también caigo en la trampa.
El otro día me pasó una mala experiencia personal que no me da la gana compartir contigo. Lo importante es que me sentí bloqueada y perdida, mirando el móvil como un puñetero zombi… entré en X y escribí:
Si tienes la desgracia de conocerme personalmente y haber hablado conmigo, sabes que este tipo de post de quejas y lamentaciones públicas, no me van, no me gustan y lo peor de todo: no soy yo.
No los juzgo, cada cual que haga lo que quiera pero yo no soy así. ¿Por qué lo hice?. Ni puñetera idea. Creo que buscaba consuelo o algo parecido. Se me da fatal expresarme en el terreno emocional y solo con una frase de alguna forma quería una palmadita, un gesto, un algo para que el mundo supiera que había sacado una bandera blanca diciendo: “hoy me rindo”…
Sobre todo lo hice porque… ya lo habían hecho otras personas antes… No hay más… Conducta aprendida. Conducta imitada.
Por suerte, hubo alguien que vino a rescatarme y me hizo volver a ser yo.
Gracias Edu. Me despertaste.
Estuve a punto de borrar el tweet por sentir hasta vergüenza ajena, pero lo dejé como aprendizaje de la persona que no quiero ser aunque la gente empatice más conmigo poniendo esa mierda, que cagándome en todo tal y como hago siempre.
Por lo tanto, te quiero decir que no te sientas mal. Si estás online no estás libre de caer en hacer este tipo de cosas y dejarte llevar por la masa.
Todos somos susceptibles a que nos importen el chute pavloviano de dopamina de una notificación o tener la prueba de que otros están disponibles para prestarnos atención y preocuparse por nosotros.
Evolutivamente programados para la aceptación
Venimos así de fábrica… con el chip de poner esas gilipolleces por Twitter como la que puse yo el otro día (cuando tengo a personas en el mundo offline a las que recurrir si quiero una de caso). Vivimos en la dictadura del like y cada corazoncito gobierna nuestras acciones.
Sí, si quieres me puedes decir que tú eres la más dura del lugar y que pasas de todo eso. Yo también lo diría, pero sería engañarme a mí misma.
Existe una línea muy fina entre mantener un alto estándar de satisfacción de la audiencia (si tienes producto, servicio o marca es necesario) y permitir que la audiencia altere nuestra opinión, forma de ser o nuestra intención.
Lo principal para mí es no perder la integridad nunca, porque aunque consiga capturar a la audiencia a la que quiero y la atención buscada, no quiero perder algo muy importante: a mi misma.
Si estamos programados para la aceptación y la validación constante y gracias a las redes ahora estamos sometidos al juicio de muchísimas más personas que hace años, ¿cómo podemos ignorar las señales positivas de conseguirla y existir sanamente?. Es decir, ¿cómo podemos equilibrar el escuchar las opiniones de la gente versus dejar que te manipulen o influyan demasiado en tu comportamiento, creación y expresión?
Ni puta idea.
Hace poco descubrí un concepto (investigando sobre manipulación y estas cosillas que me gustan a mi) que viene al caso: se trata del panóptico de Jeremy Bentham.
El panóptico era una propuesta arquitectónica de cómo sería una cárcel perfecta y es aquella donde existe una torre de vigilancia que puede ser vista por los presos pero que éstos a su vez no pueden ver su interior. De esta forma, no saben si los están vigilando o no y esto hace que siempre se comporten lo mejor posible ante la duda. Es decir, los prisioneros imaginan cómo son percibidos desde la torre y modifican sus acciones en consecuencia... incluso si en realidad no hay nadie en la torre.
Si piensas en el mundo digital, nuestras acciones son “vistas por todos”... pero en realidad nunca vemos a un observador observando. Siempre hay una audiencia ahí fuera y de vez en cuando recibimos alguna señal (like, comentario, interacción), de que hay alguien en la torre, así que siempre estamos actuando como si nos observaran.
Somos presos.
Unos avatares sin rostro nos dominan tanto como los propios algoritmos. Estamos renunciando a la autonomía y al poder. Estamos condenados.
Por los cojones.
Vamos a fugarnos juntos.
Tengo un plan.
El primer paso es reconocer que estamos en la cárcel y que todo lo que haces públicamente y dices, está condicionado por el qué pensarán los demás y por cómo te verán.
Bien, ya hemos empezado a caminar.
Sígueme. Es por aquí.
Lo que crees que quieres no es en realidad lo que quieres
Piensa en la frase.
Cuando publiqué el tweet que te he puesto en este contenido, ¿sabes qué pasó?.
Nada.
Exacto.
Quizás buscaba atención o consuelo o yo que sé, pero no me hizo sentir mejor en absoluto a pesar de recibir palabras de ánimo, afecto y demás. ¿Sabes qué me reconfortó?
La respuesta de Edu. Lo que soy. Conectar conmigo y no de cara a la galería.
La fama, la atención, las opiniones, etc en el mundo digital, son valores falsos y nunca te van a satisfacer.
Elige tu propia aventura
De pequeña leía ese tipo de libros y es algo que aquí podemos aplicar (o al menos a mi me vale). Decidir cómo interpretar el feedback que te da la gente o sus comentarios, es una tarea como la de este tipo de libros, es decir, no es necesario que tengas en cuenta o que integres en tu estrategia, contenidos o expresión todos los comentarios. Tampoco es necesario que los ignores y tampoco es necesario que los ridiculices.
Aceptar o rechazar las opiniones, no tiene por qué ser algo binario que se base en un sí o en un no. Tú decides.
Piensa que algunas voces individuales no representan a toda tu audiencia.
El escepticismo es la clave y así debes abordar lo que te dicen, tanto cuando la gente te asegura que “eres un crack”, como cuando te dicen que “eres idiota”. Cuando esto segundo pasa por cierto, no tienes por qué ir a X a ridiculizar a quien te lo dice o a exponerlo públicamente para ganar consuelo o de nuevo la aprobación pública.
Ignóralo.
O no.
Tu decides.
Si no entiendes las métricas, no te guíes por ellas
Este es un mal endémico en el sector del marketing (y mi particular guerra): datos, métricas, gráficas que comparte la gente muchas veces y piensas “¡por la gloria de Aristóteles, no está entendiendo nada!”
¿Sabes un secreto? La mayoría de las métricas no representan lo que realmente valoramos.
Déjame explicártelo con un ejemplo. ¿Qué eliges entre estas opciones?:
a) 1000 lectores que no comparten tus post pero te leen.
b) 10 lectores que te aplauden todo lo que haces y te dicen que eres un crack.
c) 1 sólo lector que está dispuesto a comprarte hagas lo que hagas.
Piensa bien a qué números te estás aferrando. Eres un hedonista y te encanta contarlo públicamente, pero no tienes ni para pagar la gasolina del próximo mes. Cínico.
¿Sabes qué pasa?
La trampa de los números es que cuando llegas a 10, es inevitable pensar en 11. Cuando llegas a 1000, piensas en 1001. Los números son infinitos y si no te das cuenta de esto, siempre vas a estar decepcionado por mucho tweet que publiques.
Rebélate joder. Lucha contra la tiranía de los números y de los grandes ejemplos que te están poniendo en redes. Que se los queden ellos mientras tú y yo seguimos escapando de esta prisión.
Si eres para todos, no eres para nadie
Si me lees, siempre repito lo mismo: Marketing va de sacrificar.
No eres una croqueta. No puedes gustar a todo el mundo y no debes hacerlo, porque cuando tratas de vender a todos, no venderás a nadie. No me extiendo más en este punto. Sigue caminando.
Usa a los detractores como combustible
¿Alguien más hace lo que tu haces? Si la respuesta es NO, enhorabuena: has encontrado un espacio en blanco en el mercado.
¿Hay gente que crítica lo que haces? ¿tu manera de expresarte?, ¿tú metodología?, ¿lo que cuentas?, ¿cómo lo cuentas?… Antes de mandarlo todo a la mierda y tratar de adaptarte a las opiniones negativas de la gente piensa una cosa: todos los más grandes se han enfrentado a gente que les dijo que “no se podía hacer eso así”.
Cuando hay fricción hay cambio. Gracias a eso evolucionamos.
Piensa en Jobs y piensa en los grandes inventos, descubrimientos y creaciones. Siempre estuvieron rodeados de polémicas, de detractores. Deja de pensar en la crítica como algo negativo. No voy de Misterwonderful, creéme.
¿Te cuento un secreto? Cuando publiqué este artículo, 10 personas se dieron de baja de esta newsletter. Cualquier persona que se dedique a esto diría: “eso es un indicador de que algo no has hecho bien. Analízalo que si no seguirás perdiendo suscriptores”.
Cualquier persona.
Yo no.
¿Sabes qué hice?
Lo primero que pensé es: “bien, no soy para todo el mundo y por eso se van”.
Lo segundo que hice fue que a partir de ese post, establecí la línea editorial de todos estos contenidos que lees y buscan seguir ese patrón: contenidos extensos, con reflexiones, aprendizajes y todo mezclado con mi vida personal, arte o literatura. Mi objetivo me lo dio ese post: no quiero que aprendas, quiero que pienses. Nunca cuento el cómo. Nunca hablaré del qué.
Mucha gente ha dejado y dejará de leerme cuando me encuentre y vea semejante cantidad de palabras que no te explican el ABC de algo punto por punto. Es genial: no soy para ellos.
Desafiar el status quo es atractivo en sí mismo, y tener competencia (a menudo) significa falta de originalidad. Piensa colega, piensa…
Reflexiona sobre quién eres, qué representas y qué público buscas.
Imagina a tu lector, oyente, espectador o fanático cuando escribas. Ponle cara y céntrate en ellos. No seas para todos. No seas un champú 3 en 1.
Tener la audiencia equivocada es peor que no tener audiencia porque te obliga a concentrarte sobre gente que realmente no te interesa y acabas siendo una parodia de ti mismo ( y de lo que querías ser). Tu madre seguro que de pequeño te hablaba de que había que evitar las malas compañías. Tenía razón.
También te digo que una cosa no quita la otra: es decir, cuando se produce esa fricción de la que te hablo (o tienes señales negativas sobre lo que produces), utiliza la cabeza. Quiero decir que también puede suceder que las opiniones te sirvan para crear algo mejor en línea con lo que quieres, representas o lo que sea, o también puede servir para indicarte que eres gilipollas. Para eso no tengo receta.
Aquí acaba la aventura.
Ya hemos salido de prisión y no puedo acompañarte más lejos.
Es el momento de que cada uno siga su camino.
Ha sido un placer compartir esta fuga contigo.
Sigue por el este, que yo me iré hacia el oeste.
Que la suerte te acompañe.
"Muy bueno tu comentario, no soy para todo el mundo y por eso me quedo".
Pues no puedo estar más de acuerdo contigo.
Vivimos atados a lo que pensarán los demás y por ese motivo cada día paso más de las redes sociales y de la gente en general :P
Tenía muchas Newsletters tuyas atrasadas sin leer y tengo que decirte que no me ha defraudado ni una sola.
¡Gracias por el contenido que haces!