Cuando Lord Byron te rete en mitad de un invierno volcánico
"Quiero una historia aterradora": un deseo, un reto y el nacimiento de la mejor obra de terror y amor de todos los tiempos. Hoy te explico por qué nunca querría ser Víctor Frankenstein.
Te voy a contar un secreto: me encanta Frankestein.
Es uno de mis libros favoritos, no sólo por la historia que cuenta, si no por cómo se concibió. Como todas las grandes creaciones, surge con un reto… un reto que tuvo lugar en 1816 (cuando aún no existía ChatGPT).
Mary Shelley y su marido, visitaron a Lord Byron (me encantan los malditos, porque yo también lo soy) en Suiza. Estaban viviendo lo que en su momento se llamó como “el invierno volcánico”, es decir, un invierno muy crudo acompañado de la erupción del volcán Tambora (en el hemisferio norte, pasando Albacete).
Imagina el frío, la nieve, Suiza y Byron que reta al matrimonio y a su médico personal (John Polidori) a componer cada uno una historia de terror. Cada uno trata de hacer el trabajo, pero sólo el médico consigue crear una historia.
Mary fue mucho más allá: no escribió una historia, pero concibió una gran idea gracias a las pesadillas que tenía derivadas de las conversaciones con Polidori y su marido, sobre las investigaciones que se estaban haciendo respecto al poder de la electricidad para revivir cuerpos inertes.
Y así parió a Frankenstein: el monstruo creado a partir de partes del cuerpo de cadáveres que vuelve a la vida.
Una historia de amor fascinante… (el amor también da miedo y Cupido va en pañales porque siempre la caga, ¿no crees?).
Pero no estoy aquí para hablarte de monstruos y libros, estoy aquí para compartir reflexiones contigo y esta tiene que ver con el concepto de Frankenstein y unir piezas independientes entre sí, para parir algo nuevo.
No quiero ser Victor Frankenstein (y tú tampoco deberías)
Hace poco descubrí a Dave Trott, autor del libro “Crossover Creativity: Real-life stories about where creativity comes from” (no te pongo enlace porque no me llevo un duro).
Dave en este libro (que te recomiendo), dice que las ideas no surgen por casualidad, y que cobran vida a partir de todo lo que ya está dentro de nuestro cerebro, ya que las nuevas son en realidad una nueva reacción (y relación) entre ideas existentes (en nuestra cabecita loca).
Esto quiere decir que la la creatividad trata de encontrar formas de juntar cosas desconectadas (y no relacionadas) y conectarlas, unirlas y así formar una tercera cosa, que es una nueva idea.
Claro, al leer esto pensé en Frankenstein: brazo + pierna + cerebro…. Booom.
En medio de todo esto, encontré una frase de Trott que es lo que da origen a este contenido que estás leyendo.
Era algo como:
Soldar una excavadora a un Ferrari no crea una máquina que pueda cavar caminos a 200 km/h. Crea algo que no puede hacer ninguno de los dos trabajos correctamente.
Es maravillosa, ¿no crees? Quizás si Víctor Frankenstein (o Mary Shelley) la hubieran descubierto antes, no tendríamos pesadillas hoy.
Es decir, que le vi muchísimo sentido a esto porque a veces nos volvemos locos y locas conectando ideas y añadiendo cosas a nuestro producto o servicio.
Un Ferrari hundido en la arena, no va a ninguna parte.
Una excavadora encima del Ferrari, no funciona para nada.
¿Cuál es el resultado?
Fracaso.
Ahora es cuando piensas que no te he descubierto nada nuevo y lo peor de todo, es que llevas razón: seguramente es algo que ya sabías y que nunca se te ocurrirá crear un Ferrari unido a una excavadora.
Sin embargo, pequeño saltamontes, no ves igual de claro el fracaso de este “Frankenstein - excavadora”, cuando tú eres el que creas el producto o servicio.
Reconócelo, te encanta agregar cosas: características, mensajes, más canales, páginas, anuncios, programas, funcionalidades, contenidos… Valor añadido…. (por los cojones)
Sumar, para restar.
Es decir, añadir cosas para quitar valor a lo más importante…
Cuanto más cosas añades a tu producto o servicio, sucede esto:
Más cosas necesitas mantener
Más cosas obligas a la gente a recordar
Más difícil se vuelve alinear lo que dices que haces y lo que haces
Más cosas tienes que explicar.
Más cosas tienen que entender.
Entonces, ¿qué? … ¿ya has venido en busca de soluciones?
Aquí no están y no las encontrarás. Las soluciones están en las preguntas que seas capaz de hacerte y responder, por ejemplo:
¿quieres ser un piloto de carreras o un operario de excavadoras?
Elige.
¿quieres dedicarte a construir super deportivos o maquinaria pesada?
Habíamos quedado en que no querías ser un sándwich mixto, ¿recuerdas?. No puedes tener de todo para todos. No puedes estar en todas partes y a todas horas. Cuanto más agregas a lo que sea que hagas, más distorsionas y más aumentan tus posibilidades de fracaso.
Siempre te dicen que pienses en grande.
Olvídate, piensa en pequeño.
Piensa en nicho y concéntrate.
Piensa en las puntas.
Piensa en que no puedes gustar a todo el mundo.
Piensa en que debes concentrarte en una sola cosa a la vez para que salga perfecta.
Piensa en que no eres Víctor Frankenstein.
Piensa en que no eres Mary Shelley.
Piensa que tus clientes son Lord Byron y que te han retado a que les des algo que les gusta y entretiene en mitad del invierno volcánico.