El arte de encontrar lo que no buscabas
Esta historia comienza cuando dos personas que ni soñaban con conocerse, terminan encontrándose. Era el instante menos esperado, pero también el más indicado. Serendipia...
Después de escribir la intro que emocionó a Spielberg, quiero contarte algo que me pasó el otro día.
Estaba buscando las llaves del coche. Revolví todo: el bolso, la chaqueta, hasta el cajón del pánico (la guantera). No aparecían.
De forma inesperada y durante mi proceso de búsqueda, encontré una foto vieja que me recordó lo mucho que soñaba hace unos años con ver las auroras boreales.
Justo en ese momento tomé una decisión: "¿Por qué no? Este año lo hago".
Ya tengo mis vuelos comprados.
Esto que te acabo de contar no es un simple golpe de suerte. Es serendipia: el arte de tropezar con algo maravilloso mientras buscabas otra cosa. Una casualidad que no es del todo casual. Algo parecido a la magia, pero sin conejo y sin sombrero… (inserta aquí tu chiste).
Los tres príncipes de Serendip
La palabra viene de los “Tres príncipes de Serendip”, un antiguo cuento persa donde los protagonistas resolvían problemas y encontraban tesoros gracias a una mezcla de agudeza, observación y un poquito de suerte (ya si eso te lo lees, que te lo he dejado enlazado).
Es decir, la serendipia no es solo que el universo decida regalarte algo bueno, sino que tú estés lo suficientemente despierto para darte cuenta de lo que te está ofreciendo.
La historia es que estos príncipes, tenían la habilidad de hacer descubrimientos afortunados por accidente. Vamos, como yo cuando una vez hice una tortilla de galletas por accidente… y porque no tenía otra cosa.
Y tú te preguntarás… ¿por qué hablas hoy de Serendipia y que tiene que ver esto con los temas que tocas siempre, Ana?. Bueno, básicamente esta es mi casa y hablo de lo que quiero, esa es la primera razón.
La segunda, es que quiero compartir contigo un aprendizaje muy importante que hice en 2024, que fue para mí el año de la serendipia.
Es irónico cómo, en nuestra búsqueda constante de control y planificación, a menudo son los eventos inesperados los que nos brindan las mayores recompensas. Durante años, quizás toda mi vida, he estado obsesionada con tener todo bajo control. Después de no poder controlar nada, estoy aprendiendo a abrazar lo inesperado y permitir que la serendipia haga su magia.
Me he dado cuenta de que son casualidades especiales que pasan en nuestra vida diaria, solo que estamos tan ocupados mirando el GPS que no vemos el desvío que podría llevarnos a una aventura.
El café que nunca planeaste tomar: Esa vez que te quedaste sin leche y tuviste que ir a la cafetería, donde conociste a alguien que terminó cambiando tu vida (o al menos tu LinkedIn).
El libro que no sabías que necesitabas: Cuando entras a una librería buscando un regalo para otro, y terminas saliendo con un libro que transforma tu forma de pensar.
El error que te llevó al lugar correcto: El famoso “me equivoqué de dirección” y acabaste descubriendo un restaurante increíble.
No me digas que no has vivido alguna experiencia así. Es más, grandes descubrimientos científicos, fueron gracias a estos momentos mágicos de encontrar joyas en el caos. Te digo algunos ejemplos:
La penicilina y el moho olvidado
Alexander Fleming no se levantó una mañana pensando: "Hoy voy a revolucionar la medicina". No, él solo se olvidó de limpiar una placa de Petri. Y cuando volvió al laboratorio, encontró que un moho había matado las bacterias circundantes. Ese error se convirtió en la penicilina, salvando millones de vidas.
Post-it: El fracaso más exitoso
Spencer Silver intentaba crear un súper pegamento resistente. En cambio, obtuvo uno débil y removible. Durante años, nadie sabía qué hacer con él… hasta que un compañero lo usó para marcar páginas en su libro de himnos.
Así nacieron los Post-it, porque la mejor solución a veces es un problema mal resuelto (que buen slogan de campaña, te lo regalo).
El microondas: el chocolate delator
Percy Spencer (de los Spencer de toda la vida) estaba trabajando en un radar cuando notó que la barra de chocolate en su bolsillo se derretía. En lugar de invocar a Osiris, Apis y a todos los dioses por haber perdido su merienda, decidió investigar y terminó inventando el microondas, el electrodoméstico más querido por quienes quemamos todo lo demás.
¿Podemos invitar a la serendipia a nuestras vidas?
Sí, y aquí va lo interesante: aunque la serendipia tiene un toque de azar, también puedes crear las condiciones para que ocurra. Te lo digo yo, que soy bruja.
Debes tener en cuenta que no es algo que pasa en piloto automático. Por lo tanto, si quieres que pasen cosas, tienes que hacer cosas: ve a lugares nuevos, conoce personas diferentes, salta a conversaciones inesperadas. La casualidad necesita espacio para actuar. Cultiva la flexibilidad mental! (Elena, va por ti si me estás leyendo ;D)
Aprende a observar.
Louis Pasteur decía:
"La suerte favorece a las mentes preparadas".
Si no estás atento, puedes perderte el moho en tu placa de Petri (un saludo para Petri que nos estará leyendo).
Algo que también he descubierto en 2024, es que no todas las equivocaciones son fracasos; algunas son atajos hacia algo mejor. Pregúntate: ¿qué más puedo aprender de este “fallo”?. Antes me costaba asumir mis errores y ahora, también me cuesta, pero los disfruto más.
Filosofeando un poco, te preguntarás qué es lo que distingue la serendipia de una casualidad…
Yo lo veo así: la casualidad es ganar 10 euros en una máquina tragaperras. Es suerte y ya está. La serendipia, en cambio, requiere que hagas algo con lo que encuentras. Es más activa, más creativa.
Un ejemplo perfecto es el de Steve Jobs, quien tomó una clase de caligrafía por capricho y luego usó lo aprendido para diseñar las fuentes del primer Macintosh. Ese salto de un interés random a un producto innovador es pura serendipia en acción (y de ahí no me bajas).
La serendipia y la comunicación: el poder de las palabras
La serendipia no solo pertenece al mundo de los inventores y los exploradores. En la comunicación, ese arte de conectar mentes y corazones, es el ingrediente mágico que transforma una conversación cotidiana en un momento inolvidable. Es el golpe de suerte que surge cuando las palabras correctas encuentran a la persona correcta en el momento justo.
Y es que las palabras, no son solo herramientas para transmitir información. Son como semillas. Algunas caen en terreno estéril y otras florecen donde menos lo esperabas…. Vale, y otras acaban teniendo forma de cardo borriquero… el caso: la serendipia en la comunicación ocurre cuando esas palabras que dijiste sin pensar demasiado, conectan profundamente con alguien…
Por ejemplo, ¿recuerdas esa reunión en la que mencionaste un detalle que no estaba en tu presentación? Ese comentario casual que no estaba ensayado, pero que hizo que todos levantaran la vista del móvil. Esa es la magia de la espontaneidad: lo no planeado tiene un poder que lo perfectamente estructurado no puede replicar.
La serendipia también es saber escuchar lo que no se dice y no necesitas ningún sexto sentido ni nada para conseguirlo. Es ese momento en el que alguien te cuenta algo trivial, pero tú captas el subtexto: el cansancio en su voz, la tristeza escondida tras un chiste. En ese instante, respondes con algo que no habías planeado y logras una conexión más profunda.
¿Cuántas veces has dicho algo al azar que llevó a una idea, un proyecto o una amistad inesperada?
Un comentario que crea una oportunidad: Imagina que dices que te encanta viajar y la persona frente a ti te habla de una vacante en su empresa que implica recorrer el mundo.
Una frase casual que sana: Dices, sin pensar demasiado, algo que reconforta a alguien que lo necesitaba más de lo que tú pensabas.
Una idea lanzada al aire que prende la chispa: Un amigo dice: “Deberías escribir un blog sobre esto.” Y ese comentario desata un proyecto que cambia tu vida.
Be Unique
La mayoría de las personas se limitan a repetir fórmulas. Hablan de clichés y manuales de “cómo presentarse en una entrevista” o “qué hacer en caso de”…. Pero los mejores comunicadores no solo hablan. Crean momentos. Y muchos de esos momentos nacen de la serendipia.
1. Se diferencial en el mensaje
No tienes que ser perfecto, solo auténtico. Deja espacio para lo inesperado. Cuando cuentas una historia, no temas desviarte ligeramente del guion si algo en el momento lo sugiere. A veces, ese desvío es lo que convierte una charla en algo memorable.
Por ejemplo, imagina que estás dando una presentación sobre liderazgo. En lugar de seguir la estructura predecible, decides compartir un error que cometiste y cómo alguien casualmente te dijo una frase que cambió tu perspectiva. Ese giro inesperado conecta más que cualquier diagrama perfecto.
2. Deja espacio al caos
La comunicación siempre requiere que dejes espacio para lo improvisado. Como decía Steve Jobs, los puntos solo se conectan mirando hacia atrás. A veces, lo que dices sin buscar intencionalmente el impacto tiene un eco más grande porque es genuino, inesperado y humano.
En 1963, Martin Luther King Jr. tenía un discurso escrito para la marcha sobre Washington. Pero en un momento improvisado, Mahalia Jackson, una cantante de gospel cercana a él, gritó: “¡Háblales del sueño, Martin!” Lo que siguió fue una improvisación: “I have a dream…”, y el resto es historia.
Ese momento no planeado se convirtió en uno de los discursos más icónicos de todos los tiempos.
Me declaro Serendípica
En un mundo obsesionado con planificar todo, ser una persona serendípica como yo (también soy Aries) significa estar abierta a lo inesperado. Implica escuchar ideas locas, explorar caminos que no estaban en el guión y aprender de cada oportunidad imprevista.
Al final, lo que te hace grande, no es tener todas las respuestas, sino saber qué hacer con las preguntas que surgen por accidente.
La serendipia no es solo un golpe de suerte; es una habilidad, una forma de ver el mundo. Es darte cuenta de que a veces las mejores cosas suceden mientras buscas algo completamente diferente. ¿Quieres crear las condiciones perfectas para que ocurra?
1. Habla con curiosidad
Haz preguntas abiertas. En lugar de buscar respuestas rápidas, busca historias. A menudo, lo que descubres es mucho más interesante que lo que esperabas.
2. Escucha activamente
Ama el silencio entre palabras. Si escuchas sin interrumpir, puedes captar matices que otros pasan por alto. Siempre lo digo: tenemos dos orejas para escuchar y una sola boca para hablar, así que debes escuchar el doble de lo que hablas.
3. Comparte más de lo que crees necesario
A veces pensamos que lo que tenemos que decir es irrelevante. Pero esas pequeñas cosas pueden ser el hilo que conecte con alguien más.
Así que la próxima vez que hables, escribas o simplemente estés en una conversación, recuerda: tal vez las palabras que creías irrelevantes sean las que cambien todo.
Porque la serendipia no es solo encontrar algo valioso sin buscarlo. Es reconocerlo cuando lo encuentras.
PD: Este post va dedicado al señor X, una persona serendípica con la que disfruto explorando el mundo.
PD2: Lo de las auroras boreales es mentira. Vamos, que quiero ir, pero que no he sacado billetes y eso…
Cuéntame, ¿cuál ha sido tu última gran serendipia?