Siddhartha: el superpoder olvidado de escuchar
Piensa en tu día a día: ¿cuántas veces estás tan ocupada pensando en tu respuesta que te pierdes lo que la otra persona intenta decir?
Hay libros que son como un café cargado en una mañana de lunes: te despiertan, te sacuden y te obligan a mirar la vida con otros ojos. Siddhartha, de Hermann Hesse, es uno de ellos.
Publicada en 1922, esta novela es un viaje espiritual y existencial que sigue a Siddhartha, un joven hindú en busca de la sabiduría. Pero no es solo una historia sobre encontrar respuestas; es una oda a la palabra, la escucha y la conexión con el todo.
Es un relato que, como el río que atraviesa sus páginas, fluye con fuerza y te arrastra… pero debes dejarte llevar… ¿me acompañas?
El rebelde literario
Antes de entrar en materia, haré un paréntesis para hablar del autor, pero no para contarte cosas de su vida que te aburran, sino para darle salseo y contexto.
Hermann Hesse fue un escritor alemán que vivió entre 1877 y 1962, y que tenía una habilidad especial para cuestionar todo lo establecido.
Era el tipo de persona que habría mirado un PowerPoint y dicho: “¿Por qué no lo hacemos diferente?” (no tengo pruebas, pero tampoco dudas).
Ganó el Premio Nobel de Literatura en 1946, pero antes de eso pasó por crisis existenciales, viajes a la India y sesiones intensivas de autoanálisis. ¿Su misión? Encontrar sentido en un mundo caótico y compartirlo con nosotros a través de sus historias.
En este libro, Hesse nos lanza una verdad incómoda y que personalmente me voló la cabeza:
La sabiduría no puede ser comunicada.
Y aunque esto suena como un golpe bajo para quienes vivimos de enseñar comunicación, tiene sentido. Las palabras son herramientas poderosas, pero solo funcionan si están respaldadas por autenticidad y acción.
No se trata de usar palabras bonitas para impresionar; se trata de crear puentes entre ideas y personas.
Aquí entra la pregunta clave. Lleva tu manita al corazón y dime: ¿cuántas veces usas palabras vacías para sonar profesional o rellenar un silencio incómodo?
¿Qué tiene de malo el silencio y la contemplación?
Y como te he dicho que la sabiduría no puede ser comunicada, también te digo que Siddharta encuentra la sabiduría en el río (toma ya).
¿Por qué?
Porque el río no habla para convencer, simplemente fluye y conecta (y te sigue la corriente… ¿lo pillas?. Vale. Me callo).
El río no le da respuestas directas; le enseña a escuchar. Y esa es quizá una de las lecciones más profundas del libro:
Aprender a escuchar sin juzgar ni interrumpir.
Y aquí está la segunda gran enseñanza:
Escuchar es más poderoso que hablar.
Pero ojo, escuchar no es solo oír palabras; es entender lo que no se dice, captar las emociones detrás de los silencios y aprender a fluir con las conversaciones.
El prota del libro nos recuerda que el silencio no es vacío; es espacio para conectar.
Consejito no solicitado: en comunicación (y en tu vida en general) necesitas ese espacio de silencio para comprender antes de actuar.
Algo que pienso mucho últimamente, es que las palabras son como piedras lanzadas al agua: generan ondas, pero nunca alcanzan el fondo del río… es algo que tiene sentido y que se ve en el libro… ¿y ahora qué vas a hacer Ana? ¿puedes vivir de las palabras como quieres? (conversación entre mi cerebro y una neurona suelta cualquiera)…
Al final, Siddhartha encuentra paz no porque haya resuelto todos los enigmas de la vida, sino porque ha aprendido a amar todo cuanto ve y siente. ¿Y si solo ese fuera el sentido? ¿y si no existiera la búsqueda incansable del propósito? (Esto me pasa por dejar de leer a Caperucita y meterme a mayores).
Quizá nuestra tarea sea dejar de buscar respuestas en las palabras y empezar a escucharlas en el murmullo del río (entiéndase el río como metáfora, que nos conocemos).
Quizás el presente tiene todas las respuestas que buscamos… si nos atreviésemos a vivirlo.
Fluir
Ahora imagina esto aplicado a la comunicación profesional: ¿qué pasaría si dejáramos de intentar imponer nuestras ideas y empezáramos a fluir con las conversaciones? ¿Si escucháramos más allá de las palabras para entender las emociones detrás?
El libro nos da una clave importante que viene en forma de río y es que comunicar no es solo transmitir información; es conectar y a veces un silencio conecta más que mil palabras (esta frase es mía pero podría ser de Mr. Wonderful).
Esto tiene sentido para mi… quizás si pueda vivir del arte de las palabras y de su poder… (mi neurona satisfecha sonríe)…
Después de leer esto, ¿qué te parece? ¿se me ha ido la pinza o te ha servido de algo este contenido?… Conectemos…
Pues me parece muy interesante, lo único que pienso ahora mismo es todo lo que nos perdemos con la aplicaciones de mansajería (Telegram, Whatsapp, etc..). Ahí es muy dificil, casi imposible, captar las emociones.
Es dificil esuchar, pero más dificil es todavía si no sabes que has de esforzarte en escuchar.
Muchas gracias, Ana, como siempre!
Siddhartha, seria tu buyer persona? estaba en busqueda...de algo. Entre el ruido que hay en el mundo y la gente que no quiere escuchar, modo zombi mirando su ombligo, linda reflexion tiraste. Poca gente conecta.